Una vez terminado tu entrenamiento, es vital que relajes tus músculos para que vuelvan a su estado natural, de manera que, mientras que calentar prepara tu cuerpo para un ejercicio intenso, con esta actividad lo sometes a una recuperación.
Y es que durante el deporte, el cuerpo se enfrenta a una serie de sucesos estresantes, en los que el organismo desecha ciertos productos, por lo que al entrar en relajación, si se hace de manera correcta, además de reparar, podrás controlar la sensación de dolor muscular tras el ejercicio.

¿Quién no ha sentido que no puede bajar las escaleras por el malestar causado después de ejercitarse?, a ese dolor se le llama DOMS (Delayed Onset Muscle Soreness).
Esto es consecuencia de pequeños desgarros de las fibras musculares, los cuales hinchan los tejidos y, por lo tanto, presionan las terminaciones nerviosas, lo cual provoca aflicción. Además, otra de las razones es por la estasis sanguínea, que es la sangre y productos desechables que se quedan en los músculos.

¿Qué compone una relajación?
Si eres amateur, checa estos tres elementos para tener una relajación efectiva y completa:
-Ejercicio suave: (De 3 a 5 minutos) Debe ser similar al deporte que hayas realizado de manera intensa, pero, en este proceso, deberá ser con menor energía, de manera que reduzcas la fuerza en él. No olvides hacer una serie de respiraciones profundas para la oxigenación.
-Estiramiento: (De 5 a 10 minutos) Los ideales para esta etapa son los estiramientos estáticos y los que facilitan la propiocepción neuromuscular.
-Recuperación: Bebe la mayor cantidad de líquidos que puedas y los alimentos que puedes digerir son los de fácil digestión, como la fruta.
